21 de mayo de 2008

Algo huele a podrido en Dinamarca...


... sí, ciertamente y no hay nada que me duela más en lo profundo de mi alma. El Tercer Sector: áquel constuido a base utopías, de ansias de igualdad, con la justicia como horizonte... ese grupo considerado como el colectivo de las entidades no-lucrativas

¿Y ellos que ganan? Este es el principio y fin de mi reflexión, de mi cabreo. Es cierto que los comienzos nunca fueron sencillos y que nadie regala nada. Las organizaciones han de empezar poco a poco, piano-piano, txiri-txiri... para ir estableciendose, dándose a conocer, medir fuerzas, apoyar proyectos, generar iniciativas, analizar la realidad y, en el mejor de los casos, transformarla. Sería capaz de comprender interrogantes tales cómo ¿quiénes son?, ¿de dónde han salido?, ¿alguien conoce alguna referencia?... dudas que muestran la inquietud hacia lo desconocido, normales cuando un grupo emerge de la nada cubriendo algún área que pudiera estar más desatendida (o acaso no, pero esa esa otra historia y deberá ser contada en otro momento).

Pero aquella pregunta me incomoda a la vez que me inquieta cuando viene de boca de trabajadores del sector no lucrativo (si fueran voluntarios dudo que la hubiese tenido que escuchar), es entonces cuando parace que el medio (la entidad en este caso) parece el propio beneficiario de la acción social... algo huele, y muy mal por cierto. Máxime cuando la duda se proyecta hacia una organización de voluntariado puro y duro, sin liberados, sin presupuestos, sin más medios que lo cada uno aporta desde el momento que decide apoyar el proyecto. Y duele, o más bien cabrea cuando la pregunta viene de boca de gente que representa a organizaciones más establecidas (¿establecidas? ¿que significa esto en el tercer sector? ¿que tiene medios económicos? ¿solera?).

Analizando el tejido asociativo se es capaz de apreciar en cuanto se ahonda lo suficiente que hay diversas modalidades y tipos de estructuras (horizontales, verticales, burocráticas, informales) pero eso no debe ser más que una manera de organizar y controlar el flujo de las diferentes iniciativas (y no voy a entrar en los temas de calidad). Hay oenegés-empresa, cierto es y hay gigantes (y gilipollas) en todos los lados, pero... qué hay de los intereses?

Es cierto, no me sorprende... no he nacido ayer (más bien antes de ayer) pero no por ello deja de cabrearme en el momento en que lo veo cercano y ¡ay de tí si ya no te hierve la sangre!

Bueno, sirvan estas líneas de desahogo y como medio para recordarme que la próxima que desgraciadamente me toque vivir o saber de una experiencia así, mi repuesta espero que sea:
¿Y tú? ¿qué sacas? porque esa pregunta lo deja claro...

Aún y así no dejes de ilusionarte, de soñar, de trabajar... de participar! que el camino lo merece y la gente que vale la pena aporta infinitamente más que un montón de gente que ha perdido el norte por el camino...

Como decía aquel:

"Hay que dejar el camino social alquitranado porque en él se nos quedan pegadas las pezuñas! Hay que volar... libre! al sol y al viento, repartiendo el amor que tengas dentro"

;-)

Foto de Luis de Bethencourt con licencia creative commons

1 comentario:

  1. Ays!! Fijate, a mi me sorprende más cuando esa pregunta no va por un ser humano en concreto ¿Y tú que sacas con todo esto? Si no cuando va por la asociación en sí ¿Y qué sacáis con todo esto?...

    Joder, pues cumplir con el objetivo de nuestra asociación, ser más felices en la ilusa creencia que estamos ayudando en algo al mundo, ocupar nuestro escaso tiempo de ocio en algo que nos gusta denominar productivo (aunque no produzcamos más que ayuda),... y si éstas cosas, que debieran ser comunes a todos, no les valen; siempre está un socorrido y a tiempo: "Es que de voluntario se liga más" Ea, ya tienes ahí mi beneficio personal

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