21 de febrero de 2013

A las drama queen les gustan los pantalones rotos


drama masks & waterfall

Una de las cosas más curiosas de tener una mente matemática es que no sabes hasta que punto se integra en el resto de tu ser. Sí, incluso en los ámbitos más irracionales te afecta. Te has pasado media vida analizándote o mejor dicho, conociéndote, tratando de detectar a ciencia cierta cuándo te estas autoengañando, cuando te mientes a ti mismo. Y estas orgulloso de ello porque te crees que has alcanzado una cierta madurez que, en cierta manera te caracteriza. Aún y así cuando mezclas ambas facetas, cosas de lo más truculentas pueden suceder. Es decir, te has tirado mucho tiempo muy centrado, muy en tu sitio, con todo bajo control. ¡Ay el control, esa falaz sensación disfrazada de concepto! Piensas que has estado en un estado zen que se ha prolongado durante meses y hasta años y del que, cómo no, te sientes orgulloso. Pero claro, como buen maniqueísta todo lo bueno se valora en perspectiva porque termina y ahora que las aguas vienen revueltas te sale el lado más radical y te crees que tienes que ir al extremo contrario. Esto, señoras y señores, no es más que el concepto de media y desviación típica aplicada a la gestión de las emociones y como tal, es mentira.

Llega el momento en que te puede el cansancio y te levantas una mañana con esa símbolica resaca de cuando te has tirado, nunca mejor dicho, toda la noche practicando sexo con la misma tristeza. Y no contento con ello, consciente o inconscientemente, decides superarte a ti mismo y te encaminas a por el trío con la autocompasión. Te levantas, te descuidas, te pones esos pantalones rotos para permitir que el frío entre y te toque profundo, más allá si cabe de la propia piel. Al final y al cabo, piensas, es cuestión de tocar fondo para poder impulsarte de nuevo. Nada mejor que acompañar un suculento cócktel de depresivos imaginarios con un poco de castigo corporal, no autoinfligido, pero sí búscado. Añadir a la mezcla una cucharada de pensar de más y una pizca casi imperceptible de llamar la atención.

Y es ahí, justo ahí, donde empieza el tango de los "ismos". De la fuerza de los brazos del estoicismo y positivismo caes al vacío de las manos de un romanticismo absurdo, ¡suicidate! grita desde el público una de esas personas que tanto valoras por lo que dicen y cómo lo hacen. En la transición, un medio paso corregido para no caer en el error del escepticismo pasivo. Seguir con un giro energético, casi acrobático entre el nihilismo y el realismo. Y terminar la pieza con un elegante movimiento de ese relativismo contradictorio que hace reaccionar a ese público distraido y ausente que no ha venido a verte porque no aprecia tu egocentrismo.

Este tango dadaísta termina por ponerte en perspectiva contra todo pronóstico. Puede haber sido una frase o que se haya tocado el acorde preciso de esa nota llamada ilusión que se estaba apagando. Quizá es tu orgullo. Pero los ecos del anarquismo pasado, tan acostumbrados a navegar con un desdén irracional por las aguas de la teoría del caos han vuelto a sonar con fuerza. Mantener esa delirante calma por la que aún se te ha llamado inconsciente supone romper con aquellas fórmulas establecidas. Es el momento de desaprender de nuevo aquello que no aporta, que no merece la pena.  Ahora ves que es aquella inconsciencia la que te trae por estos esquizofrénicos parajes que no son sino el yang de los más brillantes momentos fruto de lo rescatable de la experiencia pasada.

Eres una drama queen, como no podía ser de otra manera cuando llevas el cuatro del eneagrama tatuado a fuego en tu alma. Pero no te engañes con la ilusión del control cuando sabes, a ciencia cierta, que no eres tan metódico ni ordenado. Cuando lo que mejor se te da es coger esa ola de caos que es la realidad y disfrutarla en su recorrido. 

Este es tu momento, tu lugar y tu ola. Aprovecha este microinstante de mar en calma para ponerte en tu lugar, cierra los ojos, coge aire, elabora tu soledad y reconstruye tu calma interior porque esto que viene, lo vas a vivir según tú quieras vivirlo. Será tan fácil o difícil como tu quieras que sea y sobre todo, depende única y exclusivamente de ti. 



*Dedicado a todas aquellas personas que de cuando en cuando se transforman en una drama queen y han sabido hacer de ello una de sus fortalezas
*Reconozcamos autorías. El término drama queen no es mio, pero es genial.
Foto: Drama Masks & Waterfall