21 de octubre de 2007

Los Niños Perdidos de Nunca Jamás


Sí, son ellos y sí, existen. Son los niños perdidos y los puedes encontrar en cualquier parte: desde Brasil hasta Rusia... yo tuve un pequeño encuentro con ellos en Tánger y aquello dejó una herida tan profunda en mi interior que las gotas que manan de la misma toman forma de palabras que llevan un tiempo tratando de ver la luz.


Tienen muchos nombres. Algunos los llaman "niños de (o en) la calle", otros "niños de la cola", algunos hasta tienen la suerte de tener nombre propio... yo prefiero llamarlos los niños perdidos, los que viven en una realidad alternativa dentro de algunas ciudades, olvidados por el sistema... ese Nunca Jamás moderno que quiere ser el último escalón de una sociedad que no quiere preocuparse por su futuro. Representan la prostitución de los derechos humanos más básicos, habiéndose construido a base de golpes una dignidad negada, una infancia a ratos ficticia, a ratos ingenua.


Su Nunca Jamás es un paradójico tapiz en el que se entrecruzan hilos de sonrisas y violencia donde sus mejores amigos y a la vez hermanos pueden llegar a ser Wendy y Garfio a la vez. Han cambiado las cánicas de Tootles por cualquier cosa que adormezca su apetito... y aún y asi viven, quizá sea como un sueño y a veces lo hagan al límite, pero viven.


Pero lo cierto es que siempre hay gente mirando. Siempre hay un interrogante al final de una mano alzada. Y es de ahí de donde nacen las iniciativas para acercarse a la segunda estrella a la derecha: las que buscan acercar los polos, eliminar los 'im' (im-posible, im-probable, im-positivo...), en definitiva, el sueño de los inconformistas o de aquellos que luchan toda la vida (que dijo Bretch).


Por ellos, por nosotros y por todos... porque se lo merecen, y porque es lo mínimo que puedo hacer. Ahí va lo que escribí aquel día:


Sobre niños y colas (15Julio'07)

Una pícara sonrisa esconde un mundo,
un agrio y desolador paraje
donde la luz se confunde con las sombras:
juego y violencia se entremezclan
en un coctel de rabia contenida, a veces...

Cuando la realidad te torna la espalda
para darte una bofetada de amplio recorrido,
no sabes cómo escapar.
Cuando lo único que puedes hacer
es fingir ser un niño porque nadie te enseño a serlo,
no hay escapatoria.

Tu escaso vocabulario denota un contexto paradójico:
palabras y frases aprendidas de quienes vienen a darte lo mejor,
y a veces no saben cómo.

Por esto y por todo,
sólo una frase esperanzadora
consigue resonar ténuemente en nuestro corazón:
"Hay otro mundo,
y está en éste"
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La foto es una que saqué durante la experiencia por allá, he decidido no poner ninguna de niños (que las tengo) para evitar equívocos y/o personalizaciones absurdas

1 de octubre de 2007

Colgar las Botas


Ya es un hecho, ya es realidad... después de mucho tiempo como monitor de tiempo libre, ayer colgué las botas, o lo que es lo mismo, devolví las llaves del local, lugar de reunión de monitores (monis) y txabales...


Son unos cuantos años ya, este sería mi 8º como monitor (no cuento los años en los que estuve como txabal) y aunque todavía participaré en alguna actividad, ya no va a ser lo mismo. Ya no habrá reuniones, convocatorias, preparar actividades, la ilusión de preparar algo nuevo, la rabia de cuando te boicotean una salida, el cosquilleo de un nuevo curso o de un nuevo grupo.


Me voy. No porque me sienta cansado o porque la distancia con respecto a la gente de los grupos sea mayor a la de la media de los monis, no, me voy porque me toca, me toca cerrar esta etapa que tanto me ha aportado, me toca cambiar de aires y empezar nuevos proyectos, me toca dejar paso a que los que vienen detrás cojan el testigo y sigan con el pulso. Y no, no me apetecía. Me apetecía seguir como coordinador de un grupo de monis, que es lo que he hecho durante los dos últimos años... no es como estar con un grupo de txabales delante, pero también es genial... pero aún y con todo, es mi momento, es mi 'hasta otra!'


Creo que cualquier educador se tiene que enfrentar periodicamente a una decisión difícil e importante: "saber cuando dejarlo". La labor del educador debe ser algo temporal y muchas veces supone el sacrificio de tener que dejarlo por encima de nuestras propias apetencias. Nuestra labor no debe quedar en lo que nos apetece, sino en lo que es mejor para nuestros txabales, no podemos generar dependencias y eso es difícil por la confianza que muchas veces se crea en las actividades de tiempo libre.


Ahora me pregunto, lo habré hecho bien? habré sido capaz de transmitir una mínima parte de lo que pretendía? Mi objetivo era ayudar a las personas en el camino hacia el sentido crítico y la iniciativa, como paso previo a tomar decisiones y compromisos propios que, ojala, les lleve al camino de la solidaridad y la transformación social. No se si habré sido capaz pero ha merecido la pena intentarlo.


El voluntariado es un estilo de vida. ¿Cuál será el siguiente paso?


Paciencia y Esperanza.